miércoles, 7 de mayo de 2014

Antes y ahora.




CULTURA

La cultura no tiene nada que ver con los famosos. La cultura no es un calendario de premios literarios, festivales de cine y temporadas de ópera, que se pueda medir por los modelos de alta costura que se suceden sobre una alfombra roja. La cultura no es un nido de evasores de impuestos, gánsteres bien vestidos y millonarios indolentes que se forran gracias a la falta de criterio de sus ineptos seguidores. De todas las políticas perversas que ha puesto en marcha el Gobierno de Rajoy, esta es una de las más potencialmente nefastas.
La cultura tiene que ver con las canciones que cantan las madres a los hijos para que se duerman en sus brazos. La cultura es la lengua, ese inagotable tesoro de palabras que nos permite describir lo que sentimos, y contárselo a los demás. Es el conjunto de imágenes, de escenarios, de paisajes de nuestra vida. Nuestra identidad personal se cimenta en un conjunto de historias, de sentimientos, de emociones que, unidas a muchas otras, distintas pero semejantes, definen la identidad de un país. Eso sí es la cultura, y atacarla es lo mismo que bombardear la línea de flotación de un barco en el que viajamos todos, un barco que navegaría mucho mejor, y más deprisa, si sus ocupantes remaran a una, siempre en la misma dirección.
Pasado mañana, los libros volverán a inundar las calles de Barcelona, las de toda España, para celebrar su día al amparo de Sant Jordi y de Miguel de Cervantes. Será, un año más, la fiesta de todos, y de las canciones que nos cantaban nuestras madres, de las que nosotros hemos cantado a nuestros hijos, de las que nuestros nietos escucharán algún día. No poseemos nada mejor, más valioso, pero este año no me atrevo a pedirles que salgan a la calle para comprar un libro. Me basta con que salgan a la calle, y sostengan el espíritu de esta fiesta mientras llegan tiempos mejores.